Cuentan sus ministros que el presidente Alberto Fernández estuvo decidido a cerrar el acuerdo con el Fondo Monetario (FMI) y no esperar más luego de analizar cuestiones estratégicas y numéricas, de la evolución de la economía. Desde el minuto uno, según contaron a PáginaI12fuentes oficiales, la apuesta del plan del ministro de Economía, Martín Guzmán, fue disputar con el organismo la idea de que ahogando el crecimiento argentino, sería imposible que el país pagara la deuda que heredó del gobierno de Mauricio Macri. Esa apuesta, más de riesgo para los años siguientes que para este, tiene en 2022 el desafío de ser una base para testear lo que viene.
En la Casa Rosada y los ministerios económicos y técnicos confían en una serie de variables y evaluaciones de coyuntura que, a priori, reflejan un perfil económico nuevamente en terreno positivo este año, con una asignatura pendiente muy compleja (la inflación), pero otros rubros aliados que garantizarían el crecimiento del gasto social y de inversiones aún cumpliendo la meta de reducción del déficit fiscal.
«Es un torniquete», describió un ministro que admitió a la vez que «ahora el desafío de hacer el resto es nuestro. La macro se ordena con política». Si esto ocurre, especulan, Argentina podría empezar a crecer parejo entre 4 y 4,5 puntos por año de manera consecutiva. Los que ven un salto mayor, de 6 o 7,5 puntos (no sólo en el Gobierno sino en el ámbito privado) asocian la diferencia al éxito en el mayor ingreso de divisas.
El gasto, el déficit y la inflación
El cálculo que hay en despachos oficiales de la cuenta de ingresos y egresos tiene varias aristas. En primer lugar, un dato que se conoce poco: si a los Gastos Covid de la pandemia en 2021 se le resta el impacto en las arcas del Aporte de Grandes Fortunas, el resultado de recuperación de fondos es cercano al 0,3 o 0,4 del PBI. Hoy el deficit está en 3 puntos y se iría a 2,7, quedando un 0,2 para cumplir la meta del acuerdo con el FMI para este año. ¿Cómo se llegaría a lo que falta? Con la segmentación de las tarifas de la energía, para que paguen los que más tienen (aún no está definido si Economía acepta lo propuesto por Energía de segmentar por zonas), y con el crecimiento económico antes mencionado.
Fuentes oficiales dijeron a este diario que el consumo masivo, que lleva 6 meses seguidos de crecimiento luego de casi 4 años de estancamiento, «va a seguir arriba, quizás más moderado, pero arriba». Eso, sin embargo, dependerá de la variable precios. Sobre la inflación, en el Gobierno saben que la base es de 40 o 42 puntos, pero que «se puede mantener en ese nivel». También garantizan que habrá señales del Estado en el sentido paritario: mostrar que las discusiones salariales del Estado le ganarán a ese nivel de precios. De todos modos, se trabajará más a fondo en lo que son aumentos de insumos básicos y alimentos, que les pegan de lleno a sectores que no están registrados o que son registrados informales. Ese segmento perdió contra la inflación por cerca de 20 puntos en 2021.
Reservas, tasas e inversiones
Naturalmente, Guzmán y el Gobierno ven en la inflación un fenómeno multicausal y no niegan los problemas que genera la tensión cambiaria en los niveles de precios. Ese frente será otro a estabilizar. Allí la apuesta es recomponer Reservas del BCRA, en paralelo a la estabilizació política de la macro: por ej, se especula con que el FMI devolverá a Argentina lo pagado hasta ahora con DEGS y otras vias, lo que supone cerca de 4000 millones de dólares. Un incentivo fuerte a reservas muy apremiadas. El resto, estiman, se hará con los resultados de Balanza Comercial. Hay una fuerte expectativa de exportaciones para este año, no sólo del agro sino de la industria y la economía del conocimiento.
La minería es otro capítulo que es importante. En las carpetas oficiales hay, hasta 2024, inversiones por 12 mil millones de dólares para proyectos exportadores. A hoy, ingresan por la vía del comercio exterior del rubro algo más de 3000 millones, pero antes del fin de la década, se alcanzará el volúmen de 15 mil millones de dólares en exportaciones mineras.
El último punto son las tasas de interés. El acuerdo con el FMI requiere tasas reales positivas. El asunto allí es que habrá que ver como mueve Miguel Pesce, el presidente del BCRA, que con Guzmán estuvo en la diaria del acuerdo con el organismo. Según supo este diario, la idea es que el alza de tasas esté cerca de la inflación estimada y no mucho más. «Nosotros no somos Sandleris, que puso tasas 20 puntos arriba y paró la economía», detalló un alto funcionario. En paralelo, y para garantizar esa promesa de no freno, en el Gobierno aseguran que habrá crédito subsidiado para las empresas que no puedan fondearse en el exterior. Ya hay algunos sectores, por caso el de las cementeras, que aseguran que con el acuerdo con el FMI cerrado se abrirá un mercado internacional de acceso al crédito para apuntalar el crecimiento de sectores dinámicos.
El enigma, en este contexto, es el 2023, que tiene metas más ambiciosas y es, además, un año político con elecciones presidenciales. Allí el Gobierno se juega la mayor parada para sostener niveles de recuperación importante. Aún son pocos los que se animan a pensar a tan largo plazo, pero el 2022 dará señales.