El capitán y guía ballenero chubutense Miguel Bottazzi, que participó en el documental «Ocean Souls» (Almas del océano), contó que los cetáceos con los que interactúa diariamente tienen una «inteligencia emocional» que les permite comunicarse con los humanos y afirmó: «Nosotros las saludamos y ellas responden permaneciendo al lado de la embarcación, a veces por más de una hora».
El capitán de 39 años y al frente de una empresa familiar que inició su padre hace cuatro décadas, reforzó sus dichos en diálogo con Télam con una anécdota: «Una vez éramos tres amigos solamente a bordo y todos saludamos con el mismo movimiento de los brazos a una ballena con su cría que se aproximó y para nuestra sorpresa, la madre siguió los movimientos de nuestras manos con la cabeza».
El documental «Ocean Souls», una pieza audiovisual de 58 minutos dirigida por Philip Hamilton, reveló la existencia de una vida muy parecida a la que llevan los seres humanos, pero bajo el mar.
Hamilton recopiló el trabajo de 100 cineastas, científicos y expertos de distintas partes del mundo que tomaron imágenes en todos los rincones del planeta para ofrecer un viaje inspirador al fascinante mundo de los cetáceos, esos gigantes con cuerpo fusiforme, semejante a los peces, pero mamíferos igual que los humanos.
El documental que incluye imágenes de ballenas, delfines y toninas tomadas en el mar argentino, obtuvo 12 premios internacionales, y entre sus testimonios aparece el de Botazzi narrando su experiencia con esos animales.
«Me pidieron que cuente una anécdota, si era posible la más fuerte que recuerde de los últimos años que me haya impactado y recordé la historia de un niño que llegó a nosotros a través de una fundación que ofrecía cumplir sueños a chicos que tenían enfermedades terminales y él había pedido ver ballenas», señaló.
Sobre ese momento, evocó que «se creó una atmósfera muy especial, fue uno de los momentos inexplicables y más fuertes que me tocó presenciar».
Con el tiempo Bottazzi supo que el niño de 12 años con quien había compartido la experiencia se recuperó.
El guía ballenero sostuvo que «el valor del documental Ocean Souls es que muestra con una calidad de imagen y sonido formidable a los cetáceos tal como son, es decir seres con inteligencia emocional«.
Por su experiencia, el capitán reniega de la imagen «tipo flipper» que se da de los mamíferos marinos, como si la inteligencia fuera demostrable en un estanque donde un delfín o una orca hacen piruetas para un público que aplaude en las gradas.
«En su hábitat natural, las ballenas nos demuestran esa inteligencia a diario; nos miran, permanecen cerca de la embarcación, saben que estamos y a veces nos regalan un salto increíble en una tarde de primavera o golpes sobre el agua hasta salpicarnos», describió.
Bottazzi forma parte de una dinastía de guías balleneros, con una empresa familiar que acumula 40 años de experiencia.
Su padre, «Tito» Bottazzi -quien falleció en 2013 a los 61 años- fue un pionero de la actividad y montó la empresa que hoy mantiene Miguel con sus hermanos Carlos y Romina.
«Mi padre cuenta que al principio, cuando los avistajes eran menos profesionales, él jugaba con las ballenas arrojando un pequeño salvavidas que era arrimado hasta la embarcación por las crías de ballena», recordó.
Entre junio y diciembre, cuando las condiciones climáticas y del mar lo permiten, todos los días sube a bordo de la embarcación en Puerto Pirámides para poner proa al contacto con las ballenas, en jornadas que a veces se extienden hasta que cae el sol, sobre todo en primavera cuando la población está a pleno.
En días de mucha demanda de turistas ávidos de ver el espectáculo formidable que ofrece el Golfo Nuevo, sobre la cara sur de Península Valdés, los Bottazzi se ven obligados a utilizar la embarcación más grande, para 70 pasajeros.
«Su cerebro es más grande que el nuestro. ¿De verdad creemos que somos los únicos inteligentes que habitamos la tierra?»Miguel Bottazzi
Para Miguel no hay duda de que hay una inteligencia en el mar que interpela a los humanos sobre «quién es quién».
«La ballena es el ser más grande del planeta, tiene millones de años. Vemos sus restos fósiles cuando caminamos por las playas que nos muestran que están antes que nosotros en este planeta. Almacenan sabiduría desde tiempos remotos. Pueden ver de noche. Tienen eco localización y otros sentidos. Su cerebro es más grande que el nuestro. ¿De verdad creemos que somos los únicos inteligentes que habitamos la tierra?», interpeló desafiante.