Marcelo Sebastián D’Alessio tiene un objetivo: abandonar en los próximos días el penal de Ezeiza. Este martes cumplirá tres años desde que fue detenido por el juez federal Alejo Ramos Padilla, quien reveló una trama de espionaje durante el gobierno de Mauricio Macri cuyas ramificaciones llegaban hasta la Justicia. D’Alessio le pidió a Julián Ercolini, el magistrado que tiene el expediente desde que la Cámara Federal de Casación lo sacó de Dolores, que haga cesar la prisión preventiva y que lo mande en detención domiciliaria a su casa en el Country Saint Thomas.
La ley establece que una persona puede estar privada de su libertad dos años antes de ser sometida a un juicio. También dice que ese plazo puede prorrogarse por un año por tratarse de investigaciones voluminosas que llevan mucho tiempo por su complejidad. D’Alessio cumplirá este martes los tres años detenido y quiere irse a su casa. Este lunes, Ercolini recibió el pedido del defensor de D’Alessio, Claudio Fogar, y le dio 24 horas a la fiscalía de Alejandra Mángano y a las querellas para que opinen sobre la solicitud del falso abogado. Se estima que el juez podría tomar alguna resolución el mismo martes.
D’Alessio está únicamente detenido por la causa de espionaje. Si bien el año pasado fue juzgado y condenado por intentar extorsionar al empresario Gabriel Traficante, el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 de la Ciudad de Buenos Aires le otorgó una libertad condicional porque llevaba más tiempo detenido de lo que debería cumplir cuando la sentencia quede firme.
La causa de espionaje que lo tiene como protagonista pasó en diciembre último a los tribunales de Comodoro Py, como reclamaban tanto D’Alessio como el fiscal Carlos Stornelli, otro de los imputados en el expediente. El pase a Retiro se produjo justo cuando el juez Martín Bava, que subroga en Dolores desde que se fue Ramos Padilla al juzgado federal 1 de La Plata, estaba con los trámites para elevar a D’Alessio y compañía a juicio. Ahora, ese trámite deberá continuarlo Ercolini, pero antes tendrá que resolver si D´Alessio y algunos de sus compinches continúan detenidos.
En el escrito al que accedió Página/12, la defensa de D’Alessio no sólo dice que permanecer preso más allá de los tres años significaría una violación al plazo razonable, sino que aprovecha el nuevo escenario que le proporciona Comodoro Py para victimizarse: dice que Ramos Padilla lo sometió a una “modalidad torturante” de detención.
Como hizo al pedir que se realizaran estudios psicológicos, D’Alessio ahora repite que estuvo confinado de una celda de tres por tres metros, que no tenìa luz natural ni contacto con otras personas. También alega que tuvo una única salida al patio en el plazo de un año y que su esposa, por la gratitud que manifestaba ante los penitenciarios, pensó que padecía el síndrome de Estocolmo –característico entre víctimas y victimarios en una situación de cautiverio–. Además, el abogado de D’Alessio volvió a decir que a su defendido le aplicaron un “chaleco químico” por la medicación psiquiátrica que le fue recetada y sostuvo que necesita un tratamiento psicológico para recuperarse de las secuelas de la detención.
En esa línea, D’Alessio pide volver al country de Canning – en el que él tenía un importante status– junto con su esposa y sus dos hijos. Según el abogado, toda la familia está de acuerdo con que el falso abogado retorne al hogar.
D’Alessio siempre pidió volver a su casa, incluso llegó a ofrecerle a Ramos Padilla hacer revelaciones sobre la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) momentos después de ser detenido. El año pasado, hizo un intento por mejorar su situación en esa causa y le pidió al fiscal federal de Dolores Juan Pablo Curi que lo aceptara como arrepentido. No tuvo éxito.
Para Ramos Padilla es un error llamar a D’Alessio por lo que no es (un falso abogado o un falso economista), sino que debería decirse que se trata de un espía, que llevó adelante tareas de inteligencia de manera ilegal. D’Alessio fue, al decir de Ramos Padilla, un “espía especial”, ya que estaba presente en todo el ciclo de inteligencia: desde la recolección de la información hasta su análisis, pasando por las acciones psicológicas sobre las víctimas –como aterrorizarlas para que se “arrepientan” ante un fiscal–.
D’Alessio se presentaba como un agente de la Embajada de los Estados Unidos, aunque esta dependencia lo desconoció. Nunca perteneció de manera orgánica la AFI, aunque reportaba a Ricardo Bogoliuk –el responsable de la base Ezeiza de la exSIDE– y decía que Pablo Pinamonti, jefe del Proyecto AMBA, le había prometido un lugar al frente del área de asuntos complejos de la Agencia que comandaban Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.
Los vínculos de D’Alessio se extendían hasta la AFI, el Ministerio de Seguridad, al Ministerio Público Fiscal –tanto federal como provincial–, al Poder Judicial y los medios de comunicación. Si bien D’Alessio no fue el jefe de la asociación ilícita que se investigó en Dolores, sí fue el eje probatorio central. De sus computadoras y teléfonos surgió la información para la primera investigación sobre cómo espías se articulaban con la Justicia durante el gobierno de Cambiemos.