El adelanto del presidente Alberto Fernández de una guerra contra la inflación respondió, precisamente, a la expectativa previa de un desbande de los precios en febrero, un mes que suele tener una curva moderada. «Si es 4,5, es negocio», comentaban fuentes oficiales antes de que se conociera el 4,7 de aumento vía el INDEC, con 7,5 de alza en alimentos. Este dato negativo, además, es el inicio de un cuatrimestre que, según confiaron a Página I12 desde la Casa Rosada, seguirá caliente.

Se espera que en marzo y abril continúe al alza en los precios, con mayor impacto aún en alimentos y el plus del aumento de regulados, sobre todo las tarifas de servicios públicos. «Lo que venga de acá en más, dependerá de dos cosas: la evolución del conflicto en Ucrania y la efectividad de las medidas que tomemos», detalló a este diario un funcionario técnico. En ese sentido, los cañones están puestos en las medidas que se anunciarán el viernes y que intentarán atacar, sobre todo, los precios de la harina pan. Pero hay dirigentes del Gobierno que observan, con razón basada en los números, que hay componentes especulativos en las alzas. Es que el indicador de febrero tiene una suba en alimentos muy fuerte, cuando la guerra casi que no tocó las cifras de ese mes.

En cuanto al efecto «guerra», en el Gobierno identifican que el shock de materias primas es el mayor desde 1973, con un efecto en el trigo más importante en cuanto a los problemas de suministro. Aquí, el conflicto es aún mayor que tras la primera guerra mundial. Entre Rusia y Ucrania se sintetiza el bloque más importante de proveedores de trigo, que abastecen sobre todo al norte de África y el sudeste asiático (29 por ciento de las ventas internacionales anuales). Esos dos países producen, además, el 29 por ciento del trigo, el 20 del maíz, y el 80 por ciento del aceite de girasol. Este último dato muestra por qué hubo un impulso a los valores globales del aceite vegetal, como el de la soja.

En paralelo, es probable que también haya impacto en precios industriales. Rusia es el tercer productor mundial, detrás de China e India, y exporta gran parte de su producción a países como China, Estados Unidos, Japón, Turquía y al bloque de la Unión Europea. Con todos estos datos que manejan en el Gobierno buscan decir, además, que no servirá para frenar la dinámica de precios sólo una mirada local.

En este escenario, hay dos puntos en los que el Estado dará señales de cómo proceder para resolver el mayor daño que produce la inflación alta: el golpe a los salarios. Este miércoles, se reunirá la mesa del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Según contaron a este diario fuentes oficiales, el piso de la negociación será un aumento del 40 por ciento y que «se abran las negociaciones las veces que se tengan que abrir en el año». Ese encuentro, que reúne a sindicatos y privados con el Ministerio de Trabajo, se destaca como la señal del Gobierno ante una inflación elevada, y marca el pulso de las paritarias privadas.

El otro frente que destacan en el Ministerio de Economía que conduce Martín Guzmán es seguir la cuestión macroeconómica luego del acuerdo con el Fondo. En el Gobierno está la idea de que se genere un recorte en la brecha cambiaria y un cese en la tensión del dólar que juegue a favor de un desinfle de los precios. De todas maneras, no son pocos los que en el Gobierno ya ven que las metas planteadas en el acuerdo con el organismo que conduce Kristalina Georgieva serán sujeto de una renegociación casi constante sobre la marcha, en un mundo que no da señales de tranquilizar sus conflictos.