La mejor opción que encuentra el Gobierno para superar el estallido que provocó la renuncia de Martín Guzmán es ratificar el cumplimiento del acuerdo con el FMI. Conseguir que Fondos Comunes de Inversión y bancos den esta misma semana una señal de confianza con la renovación de la deuda en pesos. Y apurar medidas con Silvina Batakis, ya en plenas funciones en el Ministerio de Economía, Daniel Scioli desde Desarrollo Productivo y Miguel Pesce desde el Banco Central. Hay que actuar de manera urgente, reconocen los funcionarios, no solo para dominar la corrida cambiaria y contra los títulos públicos, sino especialmente para aplacar el fogonazo inflacionario, que amenaza con escalar a un rango de 7, 8 por ciento o más este mes.

“Sin ordenamiento de la política, no hay nada que se pueda hacer”, remarcan en el Gobierno. La posibilidad de disponer un desdoblamiento del mercado cambiario, con un dólar para el comercio exterior y otro financiero y/o para el turismo no es algo que se esté pensando en este momento, pero si lo fuera no se podría avanzar sin un acompañamiento político contundente del Frente de Todos, en especial de Cristina Fernández de Kirchner. Otras medidas para desalentar la salida de divisas por viajes al exterior que sí figuran en carpeta necesitarán igualmente de ese fuerte respaldo.

El objetivo del Gobierno es hacer control de daños sobre la crisis que desencadenó la salida de Guzmán, presentada de la peor manera, en un contexto delicado del país -y del mundo- y por quien se ofrecía como garante del plan para tranquilizar la economía. «El jueves el ministro nos dijo que no se iba y el sábado renunció», reprocha un banquero nacional la actitud del ex funcionario. También le apunta a la conducción del Poder Ejecutivo, por no tener armado un plan B para esa contingencia, que tampoco era tan difícil de prever viendo el contexto de peleas permanentes de Guzmán con funcionarios del área de energía y, fundamentalmente, por los cuestionamientos de Cristina y Máximo Kirchner.

Control de daños para el Gobierno significa desactivar la cuarta corrida cambiaria, según la cuenta que venía llevando Alberto Fernández, detener el zarpazo de precios y lograr retrotraer algunos, para volver a poner en escena como algo medianamente realista el cumplimiento de los objetivos macroeconómicos definidos en el acuerdo con el FMI. Con apoyo político del Frente de Todos, insisten.