Diciembre no pasa desapercibido. Cuando llega, lo hace con los balances de fin de año, las fiestas laborales, los encuentros sociales que se postergaron durante los otros once meses y la planificación de las tan ansiadas vacaciones. Y también lo hace con un aumento de consultas a diferentes profesionales que llevan adelante terapias vinculadas a la salud mental. Esto tiene una explicación: es el llamado “síndrome de diciembre”.
“El ‘síndrome de diciembre’ tiene que ver con un aumento en los niveles de estrés de esta época del año. Se da en esta época porque se suelen hacer los balances. Hay que sumar las fechas de exámenes. Agregándole las fiestas que movilizan muchas emociones. Esto produce una recarga”, explica a Página/12 el psicólogo Juan Ignacio Diez.
Diez señala que, por eso, en estos meses suele tener un aumento en la demanda por nuevas consultas, llegando a vivir subas de casi el 400 por ciento en los llamados de pacientes en busca de iniciar un tratamiento. Estas personas suelen presentar síntomas como “ansiedad, trastornos del sueño, falta de apetito, irritabilidad, y la sensación de incapacidad para poder reaccionar bien ante las cosas”.
Pasado el último mes del año, el efecto es a la inversa: “El primero de enero produce una suerte de liberación. Se da una especie de borrón y cuenta nueva. Implica también registrar un montón de metas nuevas. Eso da energía positiva para poder producir más y mejor. Se produce un nivel de alivio de que se superó diciembre y se da que también baja el nivel de consultas”.
Otras alternativas para lidiar con el estrés de diciembre
Consultado por Página/12, el vicepresidente de la Asociación Argentina de Counselors —una disciplina que trabaja principalmente desde la psicología humanística sobre el desarrollo y bienestar de las personas para que pueda adquirir nuevos hábitos y conductas más saludables—, Damián Cardoso, presenta una serie de puntos para transitar diciembre de la mejor manera posible.
“Para evitar el estrés de diciembre hay que realizar algunas actividades que nos ayuden a enfocarnos en el presente. Actividades que tienen que ver con hábitos saludables. Alimentación sana, hacer actividad física, tener tiempo libre para uno, espacios personales de desarrollo, ya sea con psicólogos o counselors. Escapes que nos ayuden a reconocer cómo nos sentimos”, comenta Cardoso.
Y agrega a modo de punteo: “Siempre está bueno poder poner pausa y ver hacia dónde queremos ir. Todo lo que sean actividades como yoga, meditación, procesos terapéuticos, actividades que nos ayuden a conectarnos con nosotros mismos y nuestras necesidades ayudan a eso para ubicarnos en el presente y no tener el exceso de ansiedad y preocupación”.
Además, plantea que se puede hacer un balance de fin de año sin sucumbir en el burnout: «Lo ideal sería rescatar lo positivo que realizamos para proyectarnos de una manera más eficaz el año que viene. Reconocer los errores y tomarlos de experiencia, pero reconocer la sobrecarga de proyectos, de tareas o funciones que vamos a tener el año que viene”.
“¿Queremos seguir? ¿Queremos cambiar? ¿Las tareas tienen que ver con nosotros o con los demás? ¿Perseguimos objetivos que no tienen que ver con nuestras necesidades?”, finaliza Cardoso con una serie de preguntas a modo de disparador para hacer un balance, en la última semana del año, sin comprometer los niveles de estrés de manera sostenida y más de la cuenta.