Luego de su visita a Córdoba en donde que imaginó a partir de diciembre un gobierno del que forme parte el peronismo de Schiaretti y Llaryora, Sergio Massa integró la comitiva a Brasil con los diputados Natalia de la Sota y Topo Rodríguez, del interbloque federal. A diferencia de los otros candidatos opositores, Schiaretti elogió el ingreso a los BRICS. Massa busca apoyos pensando en el ballotage contra la ultraderecha.
Con la mira puesta ya en el hipotético ballotage de noviembre, Sergio Massa viene planteando desde ahora su idea de conformar un gobierno de unidad nacional en caso de llegar a la Casa Rosada, en el que tendrían lugar radicales, peronistas del PRO y los partidos provinciales. Pero, para arrancar, puso su objetivo en el peronismo «federal», aquel que tiene como referencias a Juan Schiaretti y Roberto Lavagna con el que está muy relacionado. Su primer visita al interior posterior a las PASO fue a Córdoba, donde imaginó una gestión en común con el gobernador electo Martín Llaryora, y ayer llevó como invitados a su viaje a Brasil a los diputados Natalia de la Sota y Alejandro «Topo» Rodríguez, integrantes del interbloque federal, quienes celebraron formar parte de la comitiva.
«No sonaría ilógico que fueran funcionarios de mi gobierno», planteó Massa en una entrevista posterior a las primarias respecto al «cordobesismo» de Schiaretti. Ciertamente, está vinculado con esa línea del peronismo. En 2015, compartió espacio político con el entonces gobernador José Manuel de la Sota, a quien derrotó en las PASO para convertirse en candidato a presidente. En 2019, antes de ingresar al Frente de Todos, Massa había lanzado la fuerza Alternativa Federal junto a Schiaretti, Lavagna, Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto. La salida de Massa determinó que el espacio se dividiera y quedó Lavagna en solitario como candidato. Luego de las elecciones, Massa influyó para que su hijo Marco Lavagna, ex diputado por el Frente Renovador y economista de su confianza, asumiera al frente del Indec.
En su primera incursión al interior post PASO, Massa eligió Córdoba y Santa Fe, dos provincias clave en la región centro en las que espera recuperar votos. En Córdoba, quedó cuarto con apenas el 8,6%. En su recorrida combinó gestión -lanzó la licitación de la reversión del Gasoducto del Norte- y política en un encuentro con dirigentes peronistas en Villa María, territorio del intendente Martín Gill. En el acto, elogió la «visión estratégica» de De la Sota y Schiaretti y avisó: «hoy podemos estar en lugares distintos en la política, pero el 10 de diciembre aspiro a ser presidente y a tener a Llaryora y a todos los cordobeses sentados en la mesa y participando de nuestro gobierno». El gobernador electo alguna vez compitió en la provincia representando al Frente Renovador.
Massa se preocupó en no herir susceptibilidades porque Schiaretti superó las PASO y sigue siendo candidato a presidente por Hacemos por Nuestro País, pero su cosecha del 3,8% resultó escasa. Especialmente, porque ni siquiera ganó en Córdoba -quedó seis puntos por debajo de Javier Milei- y su elección fue muy pobre de la región centro donde se suponía que podía tener cierto predicamento. Su opción quedó muy debilitada y resultaría bastante lógico -dados los antecedentes repasados- que luego de conseguir la renovación de sus tres diputados nacionales en octubre exprese su apoyo a Massa en caso de que enfrente a Milei en el ballotage. De hecho, a diferencia del candidato libertario y de Patricia Bullrich, el cordobés expresó su adhesión al ingreso argentino a los BRICS. Milei incluso planteó romper el Mercosur. Córdoba tiene un importante intercambio comercial con Brasil.
De ahí la lógica de que la comitiva que Massa llevó este lunes a Brasil estuviera integrada por el titular de la comisión de Relaciones Exteriores, Eduardo Valdés, pero también por De la Sota y Rodríguez, del interbloque Federal, que más de un dolor de cabeza le generó al oficialismo por sus posiciones en la Cámara baja. Luego de las elecciones cordobesas de julio pasado, el intendente electo de la capital, Daniel Passerini, se había reinvindicado como militante peronista y había aclarado que no tenía nada que ver con Juntos por el Cambio, marcando una raya respecto a la cercanía de Schiaretti con Mauricio Macri -y más recientemente con Horacio Rodríguez Larreta-, anticipando nuevos vientos en el PJ cordobés.
Según un sondeo publicado esta semana por la consultora Synopsis, Schiaretti retendría en octubre casi un 70% de los votos que sacó en la primera vuelta y apenas un 1,5% de sis electores evalúa votar a Massa, mientras que el resto se repartiría entre Milei y Bullrich. Es decir, que el candidato de Unión por la Patria deberá trabajar para convencer a los simpatizantes del peronismo cordobés de acompañarlo en el ballotage. Se supone que la elección de Massa como el candidato del oficialismo tenía como lógica la posibilidad de acercar a un electorado moderado, preponderante en la región centro del país, por lo general refractaria del kirchnerismo. Por ahora, Massa está en deuda con esa hipótesis porque la cosecha de UP en todo el centro del país fue tirando a mala. De ahí la idea de acercar dirigentes y mostrar coincidencias, cuestión de ir convenciendo a su electorado de la afinidad de las propuestas contra una ultraderecha que viene a derribar muchos de los avances conseguidos en los 40 años de democracia.