Este miércoles, la CGT marchará contra el DNU poniendo en evidencia su ruptura con el kirchnerismo y ampliando la definición sobre un paro nacional.
Una consecuencia de los primeros anuncios del Gobierno en el PJ fue el recrudecimiento de la fractura entre la CGT y el kirchnerismo. De hecho, la decisión de la central obrera de sólo marchar este miércoles contra el DNU de Javier Milei y al mismo tiempo dilatar la definición sobre un paro nacional tuvo entre sus razones principales la de forzar antes una respuesta política por parte del peronismo, en particular de la dirigencia más cercana a Cristina Fernández de Kirchner. Así se explica que la reunión plenaria de la semana pasada alumbrara esa medida como primera respuesta sindical sin avanzar hacia un escenario de mayor confrontación con absoluto consenso interno.
El encuentro del jueves en la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) giró principalmente alrededor de la preocupación generalizada de los dirigentes por los primeros pasos de Milei, en particular la radical desestructuración de la legislación laboral contenida en la norma que desarma de plano mecanismos de protección a trabajadores, negociación, derecho de huelga e indemnización, entre otros puntos. Pero también hubo margen para poner en común opiniones sobre las responsabilidades en el resultado electoral.
Este último punto tuvo como disparador en el debate la reunión que había mantenido la «mesa chica» de la central obrera con el bloque de Unión por la Patria en la Cámara de Diputados ese mismo día más temprano. Tras esa conversación cundió la alarma entre los sindicalistas: en la Uocra les transmitieron a sus colegas que la mayor bancada opositora parecía carecer por completo de una estrategia para poner freno al DNU libertario y responsabilizaban sobre todo a Máximo Kirchner.
Si la relación entre la CGT y el kirchnerismo históricamente fue fría y signada por la desconfianza mutua y la campaña apenas pudo disimularlo, la derrota peronista en las elecciones no hizo más que agudizar esas características. De hecho la central obrera debió colarse por su cuenta en la campaña en base a su relación histórica con Sergio Massa y con los gobernadores, luego de que Cristina Kirchner fuese una vez más la última decisora de las candidaturas y eligiera de ese sector al mecánico Mario Manrique para ocupar una banca en Diputados, sin involucramiento de sectores más influyentes como los «gordos» de los grandes gremios de servicios o los «independientes» de buen diálogo con todos los gobiernos.
Así, el cónclave de la tarde del jueves se desarrolló bajo la premisa de encontrar un camino legal efectivo que obstaculizara o frenara definitivamente el decretazo y convocar para el 28 a una reunión del Comité Central Confederal (CCC), máximo órgano deliberativo y ejecutivo de la central sindical, para recién ahí comenzar la cuenta regresiva hacia una posible huelga general que como adelantó este medio está prevista para no antes de febrero.