El Gabinete de Javier Milei sufrirá una nueva baja. En una jornada que comenzó con la novedad de la salida de Enrique Rodríguez Chiantore de la Superintendencia de Servicios de Salud, el Presidente tiene decidido echar a un ministro por la filtración de una reunión de Gabinete en la que el Presidente se despachó contra los gobernadores y prometió “dejarlos sin un peso y fundirlos”.
La medida fue un pedido formal de renuncia del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y aunque todavía no se sabe quién reemplazará a Ferraro, la idea es que el Ministerio sea reducido al rango de secretaría, la cual quedará dependiente de quien hasta ahora fue su par de Economía, Luis “Toto” Caputo.
En Balcarce 50, donde este jueves la mesa chica de Milei mantuvo una reunión para definir la salida del integrante del Gabinete, adelantaron que el anuncio se realizará en las próximas horas. “Entre hoy y mañana (por el viernes)”, precisaron desde el entorno presidencial.
Pese a que en el Gobierno plantearon como excusa la filtración de la declaración de Milei sobre los gobernadores, lo concreto es que Ferraro era cuestionado severamente por Posse, el funcionario de mayor confianza de Milei por fuera de su hermana Karina. Al parecer, el jefe de Gabinete le reprochaba no avanzar con los nombramientos que le encomendaba para su área.
Con la salida de Ferraro, el Gobierno evalúa cambios en el organigrama para Infraestructura. De ser un superministerio, por absorber carteras de peso como Transporte, podría ser degradado a secretaría y colgar del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo.
La teoría de que Milei decidió echar a Ferraro por la filtración perdió fuerza en la noche del jueves. Es que las primeras versiones daban cuenta de que el jefe de Estado se había enojado con un integrante del Gabinete porque los dichos que habían trascendido le generaron un problema político con la oposición.
Pero con el paso de las horas, cuando se expuso el nombre de Ferraro, ganó terreno la idea de que utilizó el conflicto para tomar una decisión que ya tenía en su cabeza y que analizó con frialdad: de extremo perfil bajo, en el mes y medio que permaneció en su cargo, Ferraro fue un fervoroso obediente de los lineamientos en materia de comunicación que trazó la Casa Rosada.