La Corte Suprema mostró su primera reacción después de que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner denunciara que una de las causas más importantes del espionaje durante el macrismo duerme el sueño de los justos en el cuarto piso del Palacio de Justicia. El tribunal dispuso que el 22 de febrero próximo a las 9 de la mañana se sortee entre los camaristas federales del país quiénes tomarán el lugar de los cuatro cortesanos para resolver en la causa en la que se investiga la actividad ilegal de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y del Servicio Penitenciario Federal (SPF) durante el gobierno de Cambiemos.
Desde el año pasado, la Corte tiene pendiente definir si fue correcta la decisión de la Casación Federal de sacarle al juez de Lomas de Zamora Juan Pablo Augé la investigación sobre las andanzas de los espías conocidos como Súper Mario Bros. Sin embargo, hasta que CFK presentó un recurso nada se había movido. El jueves, la Corte solo había respondido al reclamo de la vicepresidenta con un lacónico «téngase presente».
En el caso de Carlos Rosenkrantz, la justificación es distinta. El actual vicepresidente del máximo tribunal sostuvo que él podría haber sido damnificado por el espionaje. De hecho, quedó probado en el juzgado federal de Dolores que la banda de Marcelo Sebastián D’Alessio husmeó en sus registros migratorios y en los de su exsocio Gabriel Bouzat. En los chats de los Súper Mario Bros también se encontraron fotos de Rosenkrantz. Los espías estuvieron detrás de un encuentro suyo con el operador Fabián “Pepín” Rodríguez Simón. El vínculo entre el supremo y el operador es de larga data. “Pepín” acercó su nombre para ser designado por Mauricio Macri y diseñó el esquema para esquivar el trámite ante el Senado. En la causa en la que se investigan las presiones a los dueños del Grupo Indalo Rosenkrantz debió declarar por los 59 llamados que intercambió con “Pepín”, que está prófugo en el Uruguay para no presentarse a la indagatoria en ese expediente.
Hasta el reclamo de CFK, los supremos venían aplicándole a la causa de espionaje la “cronoterapia” –como decía el supremo fallecido Carlos Fayt cuando un caso era cajoneado en los tribunales–. Ahora deberá hacerse el sorteo para ver quiénes serán los camaristas que intervendrán en el caso.
CFK denuncia que mientras la Corte miraba hacia otro lado, dos jueces de la Cámara Federal de Casación Penal –Mariano Borinsky y Javier Carbajo– intervinieron irregularmente para sacarle la causa a Augé. El planteo del abogado de CFK, Carlos Beraldi, está en sintonía con lo que dijo la camarista Ángela Ledesma, quien sostuvo que nunca debió haber intervenido la Sala IV de la Casación porque el expediente estaba inicialmente radicado en la Sala I.
La causa salió con 38 procesados de Lomas. Sin embargo, desde entonces, no registró ningún avance. Por el contrario, la Cámara Federal porteña –con los votos de Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi– solo dejó en pie diez de esos procesamientos y dio crédito a la versión del macrismo de que los casos de espionaje fueron, en realidad, obra de espías que actuaban por su propia cuenta.