En ese trabajo denuncia «el control irresistible y devastador del artista sobre todos aquellos que lo amaban». Chauveau, describió a Picasso como un «genio» y al mismo tiempo un hombre «violento» y «destructor».
La nueva directora del Museo Picasso de París, Cécile Debray, manifestó que «#MeToo ha astillado al artista y este podcast lo demuestra», al considerar que «el ataque es si se quiere más violento porque Picasso es la figura más célebre y popular del arte moderno. Un ídolo al que hay que abatir».
Rechazos en Barcelona
En 2021, en el Museo Picasso de Barcelona, un grupo de estudiantes encabezadas por la artista y profesora de la Escuela Massana y Centro de Arte y Diseño, María Llopis, denunció al artista con una leyenda estampada en sus remeras: «Picasso maltratador». A partir de entonces se inició en esa institución un camino de revisión de la figura del pintor malagueño, a través de un taller titulado «Bajar la libido al minotauro: confrontamos la masculinidad picassiana», y se prepara un simposio internacional sobre el tema para el mes próximo.
«Esta reflexión sobre Picasso, y la mirada feminista o femenina sobre su obra es un debate eminentemente actual, que no hay que esquivar y que no se debe caricaturizar», explicó el director de ese museo de Barcelona, Emmanuel Guion.
Durante esa intervención y a través de una cuenta de Instagram, que fue troleada y luego bloqueada, las activistas españolas denunciaron que la mayoría de las parejas de Picasso «eran artistas cuyas carreras se vieron truncadas al conocer al pintor». «Picasso interpretó el papel de Barba azul fagocitando la potencia creativa de cada una de ellas”, expusieron.
Un ejemplo de esto es la francesa Dora Maar, “exitosa fotógrafa surrealista cuya carrera se interrumpió al empezar su relación con Picasso. La historia la recuerda como musa del pintor”, recordó Llopis. «En muchas ocasiones, Picasso dejaba a Dora Maar inconsciente en el suelo después de golpearla”, menciona Arianna Stassinopoulos en el libro «Picasso: creador y destructor» .
Según los expertos, la obra del pintor revela que las mujeres impulsaron las transiciones artísticas de Picasso, e influyeron en él para buscar nuevos rumbos que a su vez marcaron la historia del arte contemporáneo.
Los amores del pintor
El primer matrimonio de Picasso fue con la bilarina rusa Olga Jojlova, madre de su hijo Paulo. Se casaron en 1918. Antes, él había estado en pareja con la modelo y artista Fernande Olivier y con Eva Gouel.
Después de separarse de Olga, el artista entabló relación con Marie-Thérese Walther. Fruto de esa unión nació Maya Wildmaier-Picasso. Entre 1936 y 1946 su pareja fue la artista plástica Dora Maar. Terminó su relación ella para juntarse con la pintora y crítica Françoise Gilot (que en noviembre de 2021 cumplió 100 años y es su única expareja viva), con quien tuvo a Claude y Paloma.
Gilot fue acosada en la calle por Jojlova y dejó un devastador testimonio del pintor en Vida con Picasso, un libro de 1964 que fue best-seller y cuya publicacion quiso frenar el pintor.
Para entonces, Picasso estaba casado con Jacqueline Roque. Ella lo acompañó hasta su muerte (en 1973) y se suicidó en 1986.
Las mujeres que pintaba
Un nieto de Picasso expreso que su abuelo «no dio prácticamente ninguna entrevista y con seguridad ninguna sobre su vida personal». Olivier Picasso sostuvo que «es a través de las obras que podemos trazar su itinerario afectivo (con), obras más violentas, otras más tiernas».
En este sentido, resulta paradigmático el hecho de que Picasso pintara en 1907 un retrato de la coleccionista y escritora Gertrude Stein, quien lo impulsó cuando era un artista de 19 años y desconocido en París. Stein era lesbiana, y su retrato fue un auténtico parto artístico para Picasso.
Pero otros expertos, como el artista y biógrafo Gilles Plazy, sostienen que ese retrato fue simplemente una lucha interna, exclusivamente artística, de Picasso. El pintor no lograba pintar el rostro de Stein porque sentía que debía cambiar de rumbo, en sus obras. Después de ese cuadro, Picasso pintó una de sus obras más famosas, Las señoritas de Aviñón, un retrato de un grupo de prostitutas que dio paso al cubismo.
El profesor estadounidense Robert Lubar, de la Universidad de Nueva York, que participó en cursos del Museo Picasso de Barcelona, elabora una tesis que señala que Picasso no lograba pintar a un personaje demasiado fuerte para él, antítesis de la mujer como objeto de contemplación artística, o de posesión sexual.
Esa lucha de Picasso «revela la ansiosa confrontación del artista (…) con la cuestión de la diferencia sexual» explica Lubar en un ensayo de 1995, considerado uno de los gérmenes de la actual revisión histórica de Picasso.