Fue lanzado por el Municipio de Moreno, en la provincia de Buenos Aires. Apunta especialmente a las y los jóvenes y advierte sobre la depresión y otros efectos nocivos que puede tener el abuso de redes sociales. Filtros que muestran pieles imposibles, falsas ‘amistades’ virtuales y juegos que devienen adicción.
Cuerpos y pieles perfectos, vistos a través de filtros. Juegos de apuestas online que devienen adicción. Jóvenes que interpelan a sus pares a sumar seguidores y hacerse millonarios, como si fueran logros fáciles y tangibles. Las redes sociales pueden desencadenar o empeorar emociones negativas como la depresión y otros sentimientos de angustia. Especialmente, entre adolescentes. A ellos y ellas está dirigido un nuevo spot, con esta premisa: “Lo que ves en las redes no es la realidad”.
La pieza audiovisual ya está circulando y fue generada por el Municipio de Moreno (provincia de Buenos Aires), conducido por Mariel Fernández. Con el objetivo de cuidar la salud, insta a reflexionar sobre lo que se consume en redes, a tener una mirada crítica y, si hace falta, pedir ayuda.
“El uso excesivo de redes, donde las personas exponen su imagen constantemente, puede generar idealización en lo que se ve en pantalla y afectar su autoestima. Un fenómeno que se agrava luego de la pandemia, ya que a causa del prolongado aislamiento, crecieron los trastornos de salud mental en las juventudes”, difundió el Municipio.
“Bancá que me saco el filtro”
El spot fue dirigido y realizado por el secretario municipal de comunicación pública, Vicente Linares. Está protagonizado por una adolescente que mira publicaciones en Instagram y admira los ‘logros’ de varios influencers. “Qué bien le queda todo”, dice ante una chica que posa, hasta que desde el otro lado de la pantalla esa persona le advierte que no es tan así. “No compres todo lo que ves”, aconseja.
“Así como me ves, no soy. Bancá que me saco el filtro”, le dice otra joven de rostro aparentemente perfecto a la adolescente que la admira. El uso constante de filtros para ‘embellecer’ puede parecer inocuo, pero sus efectos tienen consecuencias fuera de las pantallas. Por caso, se relacionan con la ‘moda’ del skincare en niñas cada vez más pequeñas.
A principios de este año, la dermatóloga María José Pelli advirtió sobre el tema en diálogo con Tiempo y contó sobre una paciente de 18 años que llegó a su consultorio para “sacarse los poros”. Ella le explicó “que son naturales, que son parte de su piel, para que respire. Me dice que hay un montón de chicas que no tienen poros. Y me muestra imágenes en redes. Eran con filtros. Estuve 20 minutos explicándole que esa piel no existe, que era una mentira. Buscaba un modelo irrealizable”.
La propuesta audiovisual “es parte de un abordaje integral de la salud mental que desarrolla el gobierno municipal”. La Dirección de Salud Mental de la Secretaría de Salud local puede consultarse al 0237-466-9210, interno 2005.
Advertencia pediátrica sobre las redes
En marzo último, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitió un comunicado junto con la Asociación Argentina de Psiquiatría Infanto Juvenil ante el aumento de ludopatía en adolescentes, algo que llega de la mano del uso abusivo de pantallas.
“Surgen en los controles las consecuencias de estos consumos asociados al uso inapropiado de las tecnologías y a los comportamientos problemáticos que provocan deterioro en los vínculos familiares y sociales, alteraciones del sueño, del comportamiento, síntomas de ansiedad y depresión, aislamiento social que en casos extremos pueden llevarlos a las autolesiones y a tener ideaciones suicidas; asociaciones al abuso de sustancias, la tendencia a mentir y a realizar gastos compulsivos. También observamos la falta de motivación en otras actividades que antes eran de su interés, deportivas o sociales”, describió la médica Silvina Pedrouzo, presidenta de Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) de la SAP.
No es sólo una moda adolescente, agregó. Hay en ese público un riesgo extra: “El cerebro de los adolescentes presenta mayor sensibilidad a las recompensas y menor control inhibitorio de los impulsos –explica Pedrouzo–. Esto los hace más propensos a ponerse en situaciones de riesgo en relación a consumos problemáticos, accidentes, fraudes y mayor exposición a riesgos en las redes. Esta vulnerabilidad se agrava en contextos de pobreza o exclusión social o alguna otra causa de privación socioafectiva”.
Ante este panorama, las campañas para regular el tema y resguardar la salud mental de las y los jóvenes se vuelven urgentes.