Un nuevo 8 M nos convoca a las mujeres e identidades feminizadas trabajadoras a reclamar los derechos aún no alcanzados.

Desde el inicio de la gestión de nuestro Gobierno Nacional, se planteó la necesidad de abordar las asimetrías que padecemos millones de mujeres en nuestro país debido a las discriminaciones existentes por razones de género, a causa de factores estructurales que anidan en nuestra cultura. El lema feminista vinculado a esta fecha, “Nosotras movemos el mundo” interpela el ocultamiento social del aporte que hacemos cada día en diferentes ámbitos y que permiten, literalmente, que el mundo no se detenga.

Las tareas de cuidado no remuneradas vinculadas a la reproducción en el hogar y la asistencia a personas dependientes -que han sido visibilizadas y puestas en tensión prioritariamente desde la economía feminista- posibilitan una red de interdependencias que es un factor vital para la supervivencia humana, pero que además dan soporte fundamental a las actividades remuneradas.

Todo ese trabajo gratuito implica una dedicación por parte de las mujeres que es, en promedio, el doble del tiempo que el que dedican los varones a las mismas tareas, y la brecha es aún mayor en sectores de menores ingresos. Tal desigualdad afecta directamente las posibilidades de fortalecer la autonomía económica individual, e indirectamente, obstaculiza el desarrollo económico de las comunidades.

Mientras que la OIT señala que las mujeres en todo el mundo han sido las más afectadas por la crisis COVID debido al efecto combinado de muchos factores, ONU Mujeres afirma que cuando el número de mujeres ocupadas aumenta, las economías crecen. Para superar con justicia esta crisis, atendiendo los datos alentadores que muestran los indicadores económicos de nuestro país al cierre del año 2021 es imprescindible que la recuperación incorpore el análisis de las inequidades de género y la intervención mediante políticas públicas efectivas para superarlas.

En el Ministerio de Desarrollo Productivo, estamos llevando adelante más de 80 acciones transversales de política productiva con enfoque de género con participación de todas las secretarías y entes desconcentrados y descentralizados del organismo, brindando herramientas para incrementar y mejorar la participación de las mujeres en el ámbito de la producción con mecanismos y presupuestos que posibilitan el ingreso a empleos formales, la capacitación laboral de las mujeres, la redistribución de las actividades de cuidado, la alianza con sectores estratégicos para fortalecer la participación femenina en ámbitos tradicionalmente masculinizados y la prevención de las violencias de género en el ámbito laboral.

Estamos transitando un momento histórico donde la política pública ha dejado de ser ciega a las brechas de género, pero esta voluntad política en materia de gestión requiere no sólo una suma objetiva de articulaciones de diversa índole con distintos sectores; también requiere de una dimensión subjetiva y fundamental que atañe al rol de todos los varones. Esos varones que en sus roles como empresarios, jefes, sindicalistas, referentes sociales, culturales y políticos, tienen en sus manos la capacidad de decidir sobre los recursos y se erigen como representantes de espacios colectivos en diferentes ámbitos: tienen que dejar el lugar a la participación de las mujeres para que la distribución del poder y del dinero sea equitativa. Porque las mujeres queremos un mundo más justo con nosotras. Queremos más autonomía económica. Queremos más igualdad, queremos más mujeres produciendo.

Porque no sólo queremos mover el mundo, también queremos decidir cómo y hacia dónde moverlo.

* Coordinadora del Gabinete de Género del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.