El aumento de la riqueza de los billonarios del sector de la alimentación durante dos semanas bastaría para responder a la crisis del hambre en Africa del Este. Mientras que en Etiopía, Kenia y Somalia muere una persona cada 48 segundos, los empresarios dedicados a la producción, industrialización y comercialización de alimentos aumentaron su riqueza en 382.000 millones de dólares desde marzo de 2020 a marzo de este año.

Los datos fueron compartidos en el informe «Beneficiarse del dolor» que elaboró la organización Oxfam de acuerdo a una investigación que aborda el periodo marzo 2020 a marzo 2022.  Hanna Saarinen, responsable de la politica alimentaria de la organización fue contundente: «Se está acaparando una cantidad monstruosa de riqueza en la parte superior de las cadenas de suministro». El informe concluye que «menos de dos semanas de sus beneficios serían más que suficientes para financiar la totalidad del llamamiento de la ONU para Africa oriental», que actualmente enfrenta una falta de fondos.

La ONG destacó que los multimillonarios de este sector aumentaron su riqueza colectiva en 382.000 millones de dólares desde 2020, mientras que el llamamiento formulado por la ONU es por un total de 6.200 millones de dólares. El programa se encuentra actualmente financiado apenas en un 16 por ciento, en medio de una gran inflación de los precios de los alimentos.

Oxfam destacó que los habitantes de países en Africa Oriental gastan hasta el 60 por ciento de sus ingresos en alimentos. Es una región que depende en gran medida de los alimentos importados. De esta manera, los alimentos y bebidas representan el 54 por ciento del IPC en Etiopía -frente al 11.5 por ciento en el Reino Unido, por ejemplo-, mientras que en Somalia los precios del maíz eran seis veces más altos que los precios mundiales en mayo respecto al año anterior.

En algunas regiones somalíes, el gasto de la canasta básica se disparó más del 160 por ciento en comparación con 2021, con el precio de un kilo de sorgo un 240 por ciento más alto que el promedio de los últimos cinco años. En el caso de Etiopía, la inflación alimentaria fue 43,9 por ciento desde el año pasado, con un aumento del 70 por ciento de los precios de los alimentos entre enero y mayo de este año, más del doble del aumento mundial. En Kenia, el precio de la harina de maíz, principal alimento básico, se duplicó en siete meses y aumentó un 50 por ciento en solo entre junio y julio, un aumento de los precios de los alimentos y la energía que aumentará la pobreza en un 2,5 por ciento, empujando a alrededor de 1,4 millones de personas a la pobreza extrema.

«Necesitamos un nuevo sistema alimentario mundial para acabar realmente con el hambre. Un sistema que funcione para todos. Los gobiernos pueden y deben movilizar suficientes recursos para prevenir el sufrimiento humano. Una buena opción sería gravar a los súper ricos que han visto dispararse su riqueza a niveles récord durante los últimos dos años», volvió a poner sobre la mesa Saarinen y apuntó: «Este sistema alimentario global, en esencia roto, que es explotador, extractivo, mal regulado y en gran parte en manos de grandes agronegocios, se está volviendo insostenible para las personas y el planeta y está empujando a la inanición a millones, en Africa Oriental y en todo el mundo».

Saarinen insistió con que las naciones ricas deben cancelar de inmediato la deuda de países pobres, que se ha duplicado en la última década, a fin de permitirles liberar recursos para hacer frente al aumento vertiginoso del hambre e importar el grano necesario. «Este dinero puede y debe recuperarse fácilmente gravando a los ultra ricos», insistió.

Oxfam solicitó además que los gobiernos regulen mejor los mercados de alimentos y garanticen reglas de comercio internacional más flexibles a favor de los consumidores, trabajadores y agricultores más vulnerables. De esta forma, reclamó que gobiernos y donantes apoyen a la pequeña agricultura, que en Asia y Africa subsahariana proporcionan más del 70 por ciento del suministro de alimentos.