Un grupo de investigadores que trabaja en el yacimiento arqueológico de Pompeya, al sur de Italia, anunció este el descubrimiento de varias estancias amuebladas «propias de la clase media», con armarios llenos de objetos que se encontraban cerrados desde la erupción que arrasó con la ciudad hace dos milenios y que permiten ahora conocer cómo vivían esos sectores sociales.

El hallazgo se hizo en la excavación que un grupo de investigadores lleva adelante en los alrededores de la «Casa del Larario», un lujoso espacio sacro que vio la luz en 2018. En esta nueva etapa, los expertos se han adentrado en cuatro de las estancias que incluye el espacio, dos en la primera planta y otras dos en planta baja.

El nuevo hallazgo en Pompeya

Dentro de una de las estancias, sencilla y con suelo de tierra batida, apareció una alacena de cinco estantes y dos metros de altura que todavía conserva objetos de uso cotidiano como vasos, platos, cerámicas, pequeños contenedores y ánforas. Los investigadores piensan que ese espacio podría haber funcionado como despensa.

El armario se encuentra en el lugar exacto que ocupaba en el momento de la erupción y tiene una parte rota porque el peso del material piroplástico provocó el colapso del techo de la vivienda. Los expertos, informó Zuchtriegel, seguirán indagando lo que la ceniza esconde en sus repisas inferiores.

En otra habitación de pequeñas dimensiones, sin decoración en sus muros, se encontró una cama simple con una parte de su almohada, una mesa de tres patas con una copa encima y un baúl abierto, que se cree que fue vaciado por su dueño a la hora de escapar del fuego.

El tipo de cama es idéntico al encontrado el año pasado en la sala de los esclavos de la villa «Civita Giuluana», exenta de cualquier decoración, desmontable y sin colchón, solo con una red de cuerdas.

En el baúl, los investigadores encontraron un pequeño plato de cerámica usado para comer y una lámpara de aceite con un bajorrelieve en el que se representa al dios Zeus convirtiéndose en águila.

En otra de las salas de la primera planta se halló otro armario con platos y vasos de uso doméstico, un barreño en bronce y un «quema perfumes» o «perfumador» en óptimo estado de conservación.

Lucha por el estatus social

«En el Imperio romano había una amplia franja de la población que luchaba por su propio estatus social (…), una clase vulnerable en las crisis políticas y en las carestías pero ambiciosa a la hora de escalar socialmente«, explicó Zuchtriegel.

Por eso se presupone que los moradores de la Casa del Larario vivían con esa misma ambición de prosperidad, dado que aunque algunas salas aparecen decoradas y cuentan con algunos objetos preciados, en otras han aparecido muebles de madera de «extrema simplicidad».

«No conocemos a los habitantes de la casa pero seguramente la cultura del ocio en la que se inspira la maravillosa decoración del patio representa un futuro que soñaban más que una realidad vivida«, reflexionó el director del yacimiento.

Sobre el hallazgo, el ministro de Cultura, Dario Franceschini, destacó que «Pompeya no deja de sorprender y es una bellísima historia de recuperación, la demostración de que si Italia trabaja en equipo e invierte en los jóvenes, la investigación y la innovación alcanza resultados extraordinarios».

Sexismo en la alimentación

Este tipo de excavaciones poseen un gran valor histórico ya que a partir de ellas se puede reconstruir información que con el paso del tiempo se fue perdiendo.

El año pasado, por ejemplo, un grupo de arqueólogos que examinan los restos óseos de las víctimas de la erupción del Vesubio en el año 79 después de Cristo, en Herculano, descubrieron que los antiguos romanos tenían una alimentación diferenciada por sexos, donde las mujeres comían más productos animales y frutas y verduras cultivadas localmente, mientras que los hombres accedían a alimentos más caros, como el pescado.

Eso se pudo determinar a partir de un estudio dirigido por el equipo BioArCh de la Universidad de York, en Reino Unido, donde un grupo de investigadores desarrolló un nuevo enfoque para analizar los aminoácidos, los componentes básicos de las proteínas, de 17 esqueletos de adultos encontrados tras la erupción del Vesubio en el año 79 d.C.