Las exportaciones del sector de la economía del conocimiento, que incluye no solo a los servicios de informática sino también jurídicos, contables, investigación de mercado, arquitectura, diseño y otros culturales y recreativos, fueron récord en el primer semestre. Sin embargo, al crecimiento lo acompañan los problemas que genera la brecha cambiaria: una fuga de empleo hacia la economía informal. Con los beneficios del «dólar tech», las empresas evalúan otorgar un bono en dólares para retener a los talentos que se ven tentados a trabajar en el exterior con contratos informales pero cobrando hasta el triple de lo que ganan en el país y en dólares.

Ya es el tercer complejo exportador más importante del país, quedando por detrás del sector agropecuario y disputándose el segundo puesto con el automotriz. Tiene una balanza comercial positiva, y emplea al 7,3 por ciento de los empleados privados del país. «Hasta hace cinco años no se hablaba de la economía del conocimiento al referirse a la matriz económica argentina. Ahora lo habla todo el mundo: sindicalistas, gobernadores, políticos, empresas. Nos falta impactar para que sean carreras elegibles de los jóvenes», explica orgulloso Luis Galeazzi, director ejecutivo de Argencon la asociación que nuclea a las empresas de la industria.

Efecto Dólar Tech

Uno de los principales problemas que diagnostican desde el sector es la fuga de talentos hacia el mercado laboral paralelo o «trabajo blue», que cada año capta a más cantidad de freelancers. El fenómeno de fuga de talentos se aceleró en los últimos años: la vida de una empresa de tecnología que toma ingresantes que ganan experiencia con los años hasta finalmente «fugarse» hacia el trabajo blue bajó de ocho a dos años en el último tiempo. «Antes, el ratio de fuga era de 15 por ciento y ahora aumentó a 32 por ciento. Los juniors se fugan a los dos años y las empresas se descapitalizan», asegura Galeazzi. En 2021, último dato disponible, calculan que un 22 por ciento de la producción total se volcó a la informalidad.

La explicación principal de este fenómeno son los ingresos. Un empleado que sale del circuito formal puede llegar a cobrar hasta el doble o el triple, en una moneda fuerte. Depende el rubro y el seniority, los freelancers pueden cobrar entre 4000 y 10.000 dólares trabajando para el exterior. En Argentina, un junior puede cobrar 150.000 pesos.

“No tenemos nada contra los freelancer, son las empresas de afuera las que vienen a captar talentos sin generar el reflujo de valor que debería crear: no tienen oficinas, no pagan impuestos y generan una competencia desleal”, resumen el descontento del sector Verónica Asla, Chief Operations Officer de Global Services de EY.

Para competir con los salarios de afuera, las empresas evalúan utilizar los dólares disponibles de la norma que beneficia a las firmas del sector para pagar bonos en esa moneda. Uno de los puntos de la norma permite retener en divisas para uso libre un 30 por ciento del incremental de exportaciones con respecto al periodo anterior.

«Es plata es de uso libre, pero las empresas la van a usar para el pago de salarios», asegura Galeazzi y continúa: «como el régimen depende del incremental de exportaciones, que es una variable dinámica, es probable que en vez de que se traslade directo al salario se traduzca en un bono trimestral. Es para evitar un compromiso permanente pero sí ofrecer trimestralmente un bono en función de la cantidad de dólares disponibles».

Si bien la cámara aguarda la reglamentación del DNU que será instrumentada por la Secretaría de Economía del Conocimiento a partir de noviembre, hay una mayor expectativa que la anterior emitida por el Banco Central, que establecía que las empresas podrían acceder a un porcentaje de los dólares para el pago de salarios: «La norma era un jeroglífico, imposible de operar. Estaba inspirada en un principio noble pero operativamente no se podía», asegura Galeazzi. El titular de Argencon es optimista: «Vamos a ver como lo recibe el mercado. No mejora la brecha cambiaria, pero si el modelo funciona bien se podría elevar ese 30 por ciento para tener mayor disponibilidad y ser más competitivos».